Explicaê

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TEXTO

 

[1] En el bar La Vuelta suena una canción.  

Quique González está cantando y él percibe  

lo que dice el estribillo: Estoy cansado de  

perder. Le gusta la canción, pero no es lo  

[5] mejor para empezar. Es el único cliente, lo  

que hace que se sienta aliviado y tranquilo.  

Nadie podrá preguntarle nada. Los  

camareros, Antonio y Enrique, lo conocen. Y,  

ya se sabe, los de verdad escuchan, callan y  

[10] hablan si el cliente les da conversación. Su  

vida ha llegado a un punto en el que las  

preguntas son molestas. Sobre todo la más  

simple y cortés: ¿Cómo estás? No parece lo  

que es, un hombre solo y triste. Viste bien, la  

[15] ropa soporta el paso de tiempos mejores.  

Nadie diría lo que es. Sobrelleva que le den  

los buenos días, aguanta el intercambio ritual  

del estado del tiempo y poco más. 

Sólo bebe café, y agradece que quieran  

[20] invitarle a una copa, pero a ese punto en el  

que el alcohol mañanero define el día no  

quiere llegar. Ni siquiera comenta la prensa  

deportiva. En otros tiempos la eliminación del  

Barça en Champions, o los cuatro goles que  

[25] el sábado le metió al Villarreal, hubieran sido  

argumento para bromas e ironías. Pero no  

están las cosas para eso, y menos para  

perder el tiempo. Nunca pensó que perderlo  

en sus circunstancias iba a resultar tan  

[30] oneroso para su ánimo. Habla poco, y en el  

bar lo saben. Las miradas son elocuentes. Si  

con los ojos se entienden, para qué utilizar  

las palabras. En casa, el lenguaje de los ojos  

es inútil. Las preguntas, por muy cariñosas  

[35] que sean, pesan como losas. Quiere a su  

mujer, pero la quiere con la pena que  

marcan los días sin expectativas. A sus hijos  

procura no verlos, por eso se va antes de  

que ellos despierten. Ante el primer café mira  

[40] el reloj: las ocho de la mañana. Dios, piensa,  

qué largos son los días para los que  

deseamos que sean cortos. Mientras repara  

en este deseo que ya dura cerca de dos años  

abre el periódico: «Se confirma el dato  

[45] destripado por ABC el martes: 4.600.000  

españoles buscan un trabajo que no  

encuentran». Son demasiados. Quizás haya  

más posibilidades si juego a la lotería,  

piensa. 

[50] En la radio un periodista se lamenta ante sus  

oyentes porque no tiene ninguna noticia  

buena para dar, sólo la del tiempo primaveral  

que, para colmo, va a durar poco. ¡Cómo  

está el país!, dice alguien. El hombre apura el  

[55] café y escucha la voz de Zapatero por la  

radio: Hay signos de que lo peor ya ha  

pasado. Deja unas monedas y, cuando sale a  

la calle, siente un dolor en la sien. Lo  

reconoce. Pasa cuando se pregunta, ¿y ahora  

[60] adónde voy? Con paso cansino marcha a El  

Retiro. Allí, sentado en el mismo banco de  

todos los mismos días piensa: Pero, cómo  

puede decir ese hombre que lo peor ha  

pasado, cómo puede decirlo. Son las 8,15 de  

[65] la mañana. Y está empezando el día también  

para él. 

Félix Madero (Periódico El ABC, Madrid, España, 03.05.2010) 

 

En la expresión ''bromas e ironías'' (línea 26) hay una regla de eufonía. Según la misma regla y sus excepciones, lo correcto está en

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