Hacía unos años que no viajaba a Estados Unidos y estuve en Washington hace poco. Llegué desde Buenos Aires y entré por Miami, donde tuve que hacer los trámites de migración. En la fila había una inmensa mayoría de latinos como yo. Entré con pasaporte europeo, de modo que todo me resultó muy sencillo: solo demoré dos horas y media. Mientras pasaba por migraciones y por el control de seguridad, vi hordas de latinos vistiendo uniforme de personal aeroportuario gritar a hordas de latinos sin uniforme y con cara de pavor: “¡Muévase! ¡Hable más alto! ¡Salga por ahí! ¡Deje sus líquidos en la bandeja! ¡Quítese todo de los bolsillos!” […] Vi, digo, a latinos o descendientes de latinos tratando a otros latinos como si fueran una indeseable secreción de la humanidad. Vi, digo, a latinos que en algún momento dejaron sus países por el motivo que fuere, o a hijos de esos latinos, esparcir terror, desprecio y maltrato entre los suyos; entre personas que quizás estuvieran allí para ir a Disney World pero que quizás fueran – como ellos o sus padres o sus abuelos habían sido antes – gente que iba tras su pequeña porción de sueño americano, o gente huyendo de algo peor que la muerte. […]
GUERRIERO, Leila. Exlatinos. El Pais, 17 jan. 2018. Disponível em: . Acesso em: 26 fev. 2018.
No texto anterior, um artigo de opinião, o autor pretende, principalmente,