(PUC_RJ) El 50% de los bebés duerme con sus padres, y vuelve la polémica
Los que están a favor de que los chicos pasen a la cama grande dicen que favorece la lactancia y 8que la resistencia es por prejuicio. 12Los que se oponen, 7sostienen que le quita intimidad a la pareja y que deja a la mujer en el rol de madre sin pausa.
La inmensa mayoría, sino todos, dice que no hay que hacerlo. Lo juzga mal. Y asegura que 3si uno se rinde ante los deseos del pequeño infante, “jamás lo sacará de la cama”; que bastan un par de noches para que el bebé se “malacostumbre” y se apropie “para siempre” del lecho matrimonial. 6Eso dicen. Pero, ¿eso hacen? No parece. Un relevamiento oficial – que coincide con registros de expertos en primera infancia- revela que la mitad de los niños duerme con sus padres en la cama durante el primer año de vida. Y que casi el 40% lo sigue haciendo hasta los 24 meses. Lo arroja 1la Encuesta Anual sobre Lactancia Materna, realizada por el Ministerio de Salud bonaerense, que 2registró cerca de 54.000 casos de toda la provincia. 5Recién pasados los dos añitos la mayoría abandona definitivamente el “cuadrilátero” paterno.
13“Uno termina llevándolos a la cama porque está cansado o porque lo disfruta, porque quizá los ve poco durante el día y de noche necesita tenerlos cerca. Ocurre en todas las culturas. En Occidente esta costumbre se esconde como si fuera vergonzante o pecaminosa, porque algunos la critican o porque el pediatra la desaconseja. Pero la realidad es que la mitad de los bebés duerme con sus padres y que muchos se pasan a la noche cuando empiezan a caminar. Y no está mal, no es algo a ocultar. Insistimos en la necesidad de que los chicos sean tocados, abrazados, alzados, mimados. Es fundamental para su desarrollo emocional”, dice el doctor Antonio Morilla, del Programa de Lactancia Materna del Ministerio.
Que “se confiesa poco pero se hace mucho” también lo alumbró otro estudio que realizó el Ministerio en varios municipios bonaerenses, en el marco del proyecto “Uniéndonos por la salud de nuestros pibes”. Según sus datos, la mitad de las familias que no son pobres practica el colecho (comparte su cama con otra persona todas las noches al menos 4 horas).
“El tema del colecho es controversial porque hay varias posturas. Pero la realidad es que es una práctica bastante frecuente, que habitualmente se esconde porque se reta a las madres por llevar al bebé a su cama. Es importante pensar esta situación a la luz de la verdad”, dice la doctora Flavia Raineri, coordinadora del Programa Materno Infantil bonaerense.
“Sería interesante revisar algunos mitos, como que el colecho genera niños dependientes o que la lactancia prolongada genera problemas psicológicos. Si el bebé, desde pequeño, tiene la seguridad de tener una mamá que está cuando la necesita, será un adulto seguro. Creo que la Argentina está muy influenciada por el psicoanálisis; otros países se entregan con menos conflicto a algunas prácticas de crianza, se relajan más. Somos mamíferos y la naturaleza premia con paquetes hormonales placenteros algunas conductas. Lamentablemente, acá los prejuicios y cierta sobredosis de psicoanálisis atraviesan estas cosas”, dice Raineri, y destaca que 4la interrupción de una práctica de crianza no debe ser abrupta. “No se desteta de un día al otro ni se saca al bebé de la cama en una noche. Hay que hacerlo de manera progresiva”.
El colecho ha generado acalorados debates entre pediatras, psicólogos y especialistas en primera infancia. “Diversos estudios han demostrado que los bebés no deben dormir en un cuarto diferente al de los padres porque hay mayor riesgo de muerte súbita. Pero al hablar de colecho las opiniones dejan de ser unánimes: algunos lo ven como un factor de prevención y otros creen que es contraproducente. Yo creo que aumenta el riesgo en ciertos casos. 9Hay que tener la cuna al lado de la cama y acostumbrar al bebé a dormir en ella. Cuando llora, alzarlo, alimentarlo, y devolverlo a la cuna”, dice el pediatra Alejandro Jenik, especialista del Hospital Italiano.
“Lo padres de niños que no duermen toda la noche deben entender que sus hijos no tienen un comportamiento manipulador”, 14subraya Jenik. Dejar llorar al bebé no sólo lo perjudica emocionalmente sino que lo pone en riesgo (largos períodos de llanto promueven respuestas fisiológicas como el aumento de la frecuencia cardíaca, la temperatura corporal, la frecuencia respiratoria, la tensión arterial y la producción de hormonas relacionadas con el estrés). “El sobrecalentamiento y la privación del sueño aumentan las probabilidades de muerte súbita”, puntualiza Jenik.
Desde el psicoanálisis, la mirada sobre el colecho se abre hacia los padres y 11enciende algunas alarmas. “No es preocupante si ocurre durante los primeros meses o alguna que otra noche, porque la mamá tiene miedo o porque se angustia al dejarlo solo. Pero si se prolonga habría que preguntarse qué pasa con una pareja que ha perdido interés por sus espacios de intimidad, y qué pasa con una mamá que, atrapada por su maternidad, deja de lado su femineidad”, dice la licenciada Stella Maris Gulian. “A partir de los 3, 4 años esa práctica no debería sostenerse: un niño no debe ocupar jamás el lugar de un grande. Y en esos casos, en general, el colecho habla de una mamá que no tolera un espacio vacío y lo llena con el cachorro.
Además, el colecho está contraindicado si los padres fuman, están fatigados, abusan del alcohol o las drogas, tienen depresión o son obesos. A la vez, si el bebé comparte la cama, no hay que acostarlo sobre superficies blandas, 10como almohadas o colchas, y jamás debe dormir con hermanos: el riesgo de muerte súbita por sofocamiento o aplastamiento se quintuplica.
Georgina ELUSTONDO. CLARÍN, Buenos Aires, 17 jul. 2012.
En el fragmento “Uno termina llevándolos a la cama porque está cansado o porque lo disfruta, porque quizá los ve poco durante el día y de noche necesita tenerlos cerca”. (ref. 13)
El adverbio quizá puede ser reemplazado por: