La sociedad en red y sus contradicciones
[1] La difusión y el desarrollo de los sistemas
tecnológicos han cambiado la base material de nuestras vidas,
por tanto la vida misma, en todos sus aspectos: en cómo
[4] producimos, cómo y en qué trabajamos, cómo y qué
consumimos, cómo nos educamos, cómo nos
informamos-entretenemos, cómo vendemos, cómo
[7] nos arruinamos, cómo gobernamos, cómo hacemos la guerra y
la paz, cómo nacemos y cómo morimos, y quién manda, quién
se enriquece, quién explota, quién sufre y quién se margina.
[10] Las nuevas tecnologías de información no determinan lo que
pasa en la sociedad, pero cambian tan profundamente las reglas
del juego que debemos aprender de nuevo, colectivamente,
[13] cuál es nuestra nueva realidad, o sufriremos, individualmente,
el control de los pocos (países o personas) que conozcan los
códigos de acceso a las fuentes de saber y poder.
[16] La economía de la sociedad de la información es
global. Pero no todo es global, sino las actividades
estratégicamente decisivas: el capital que circula sin cesar en
[19] los circuitos electrónicos, la información comercial, las
tecnologías más avanzadas, las mercancías competitivas en los
mercados mundiales, y los altos ejecutivos y tecnólogos. Al
[22] mismo tiempo, la mayoría de la gente sigue siendo local, de su
país, de su barrio, y esta diferencia fundamental entre la
globalidad de la riqueza y el poder y la localidad de la
[25] experiencia personal crea un abismo de comprensión entre
personas, empresas e instituciones.
Por ello es a la vez la sociedad de las proezas
[28] tecnológicas y médicas y de la marginación de amplios sectores
de la población, irrelevantes para el nuevo sistema, por ello no
podemos desarrollar su dimensión creativa y escapar a sus
[31] efectos potencialmente devastadores sin afrontar
colectivamente quiénes somos y qué queremos. Lo que tal vez
debiéramos plantearnos es cómo reequilibrar nuestro
[34] superdesarrollo tecnológico y nuestro subdesarrollo social.
Manuel Castells. Internet: (con adaptaciones).
Con respecto a las palabras y expresiónes empleadas en el texto, juzgue lo ítem subsecuente.
La forma verbal “debiéramos” (l.33) es sustituible por deberemos sin alterar la semántica del texto.