5. Día y Noche
Cuenta la leyenda mexicana que cuando nació el mundo no había ni Sol, ni Luna y los dioses esperaban ansiosos que aparecieran.
Un día por el este comenzó a salir un resplandor.
¡Miren qué claridad! – dijo uno.
¡Y qué calor más agradable! – comentó otro.
Un disco dorado iba surgiendo y lanzando sus rayos luminosos: era el Sol. Entonces los lugares más fríos y oscuros de la Tierra donde sus habitantes morían de hambre y congelados, recibieron luz y calor. Los dioses consideraban al Sol el más poderoso de todos y lo llamaron Nanahual. Pero detrás del Sol venía una esfera brillante más pequeña que lo empujaba para imponerse y ocupar su lugar. Los dioses al ver esto se molestaron y uno de ellos le lanzó al vanidoso un conejo en pleno rostro. Así perdió brillo y calor y para mayor castigo aparece siempre después del Sol.
Todavía hay quién dice que en las manchas de la Luna llena ve la fi gura de un conejo.
(Versión: Ana María Martínez In Zunzún, revista mensual número 195,
Casa Editora Abril, Habana, p. 7.)
Está correcto decir que esta leyenda mexicana demuestra